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Ciudad Acuña, Coahuila, México | 05 de Noviembre del 2024

Sistemas de agua: Redes vitales de la Tierra

En todo el mundo, los ecosistemas acuáticos enfrentan una degradación ambiental

Por Steven Solomn Washington — El bienestar humano y la prosperidad económica sostenible dependen de nuestra buena administración de los ecosistemas vitales del planeta. Los ecosistemas acuáticos tienen muchas funciones esenciales para la sociedad humana: Proporcionan fuentes de alimentos, biodiversidad, hábitats para la vida silvestre, agua de alta calidad, regulación de flujos de agua, y un almacenamiento natural que nos ayuda a aminorar el efecto de fenómenos tales como inundaciones y sequías.

Una tensión inherente existe entre la demanda a corto plazo de recursos acuáticos para impulsar el crecimiento económico por parte de la humanidad y la necesidad a largo plazo de sostener la vitalidad de los ecosistemas existentes. En la mayor parte de la historia, la capacidad del hombre de alterar el equilibro de ecosistemas básicos ha sido limitada; cuando un recurso local era degradado por exceso de uso, se continuaba con el siguiente. La naturaleza, con el transcurso del tiempo, restauraba el ecosistema cuyos recursos se habían agotado. Pero desde mediados del siglo XX, la capacidad industrial de la raza humana, la variación en el tamaño de la población y la voraz demanda de recursos alcanzó un nivel capaz de alterar y perturbar el equilibrio básico de los ecosistemas a nivel mundial.

Durante el último medio siglo, la actividad humana ha degradado los ecosistemas acuáticos que dan vida al planeta hasta una extensión sin precedentes en la historia de la humanidad. En 2005, la primera auditoría integral del medio ambiente del planeta, la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio ( http://www.millenniumassessment.org/es/index.aspx ), informó de manera alarmante que 15 de los 24 ecosistemas principales de la Tierra se estaban usando de forma insostenible. Los ecosistemas de agua dulce y las piscifactorías en particular fueron señalados como “ahora a niveles muy por encima de lo que puede sostenerse aun con la demanda actual; mucho menos con la futura”.

Tanta agua se extrae hoy de 70 de los ríos principales, inclusive los ríos Colorado, Amarillo, Nilo, Indo y Éufrates, que en muchos días del año no llegan al mar con su caudal. Con estos reducidos volúmenes, los deltas de los ríos que una vez fueron ricos en vida silvestre y agricultura en sus marismas se secan y, aun muchas decenas de millas tierra adentro, sucumben ante la destructiva intrusión de agua salada desde sus desembocaduras. Las grandes presas construidas en casi todas las vías fluviales principales del mundo, con frecuencia impiden el paso de huevas de peces y cieno fertilizante hacia las tierras de cultivo. Cada vez más, se vierten sustancias químicas sintéticas tóxicos en lagos, ríos y aguas subterráneas que transforman los procesos naturales e invaden la cadena alimentaria humana.

Hasta la mitad de los pantanos del mundo, inclusive patrimonios tales como los “Everglades” en el estado de la Florida, se desvanecieron o fueron seriamente dañados por la campaña realizada en el siglo XX para obtener más tierra para el arado y agua dulce para la agricultura. Los pantanos son esponjas de la naturaleza, absorben de manera protectora y gradualmente forman crecientes de agua, reabasteciendo acuíferos subterráneos, filtrando contaminantes y excesos de nutrientes y ayudando a moderar los climas regionales.

La sobrepesca agota los océanos del mundo, que se están volviendo más ácidos debido a la absorción de dióxido de carbono, y se están llenando más con basura. Los océanos conforman una cuarta parte de la alimentación del ser humano. Un tercio de las piscifactorías en los océanos del planeta ya ha desaparecido; con la tendencia actual, se pronostica un colapso total para el año 2050. El derrame de exceso de fertilizante desde las tierras de cultivo y de otras sustancias químicas sintéticas produce enormes acumulaciones de alga que agotan el oxígeno frente a las costas donde los ríos desembocan en el mar. En el Golfo de México cerca de la desembocadura del Río Misisipi existe una “zona muerta” sin vida del tamaño del estado de Massachusetts donde ningún pez puede sobrevivir. Una isla flotante, compuesta por desechos plásticos de diminuto tamaño y de otros tipos, del doble del tamaño de Francia, se ha formado en el centro del Océano Pacífico, donde los desechos son comidos por peces que posteriormente son consumidos por humanos.

La mayoría de la vida en los océanos se concentra a lo largo de las costas continentales, con frecuencia frente a nuestros hermosos arrecifes de coral. Estas “selvas” oceánicas son abundantes en su variedad de fauna y flora silvestre. Pero poco a poco estos vitales ecosistemas marinos han sido contaminados, han sufrido de sobrepesca y han sido degradados de su espléndida diversidad.

Por primera vez en la historia de la humanidad, el bienestar y supervivencia de la civilización depende del entendimiento de los procesos y límites naturales de los ecosistemas de la Tierra, al igual que de aprender a vivir en equilibro y harmonía con el medio ambiente completo del planeta.

Steven Solomon es autor de El agua: La lucha épica por la riqueza, el poder y la civilización (WATER: The Epic Struggle for Wealth, Power, and Civilization, HarperCollins 2010).

(El Servicio Noticioso desde Washington es un producto de la Oficina de Programas de Información Internacional del Departamento de Estado de Estados Unidos. Sitio en la Web: http://www.america.gov/esp ) ************************************************************ La Oficina de Programas de Información Internacional del Departamento de Estados Unidos distribuye USINFO-NOTICIAS. Puede encontrar información adicional en http://www.america.gov/esp/

Etiquetas: agua, contaminacion, ecología, ecosostemas, redes