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Ciudad Acuña, Coahuila, México | 22 de Diciembre del 2024

La democracia surge con el mundo digital

Washington, EE.UU. Los manifestantes en Túnez y Egipto utilizaron sus dedos para expulsar a sus dictadores. Zine el Abidine Ben Ali gobernó Túnez más de 20 años, y Hosni Mubarak lo hizo en Egipto durante más de 30. Sin embargo, el desafío más eficaz a sus respectivos regímenes no surgió de terroristas pistoleros sino de jóvenes, entre 20 y 30 años de edad, conocedores del mundo digital.

En los primeros tres meses de 2011, el descontento se diseminó a través de las redes digitales transnacionales, entre familiares y amigos desde Argelia a Yemen.

Esta “Primavera árabe” no fue algo que fomentaron los tradicionales actores políticos, como los sindicatos, partidos políticos o fundamentalistas radicales. Surgió en las redes sociales formadas por familiares de ciudadanos de a pie, muchos de los cuales nunca habían participado activamente en la política: jóvenes empresarios, empleados de gobierno y las clases medias urbanas.

Puesto que los medios digitales permiten a la gente compartir sus quejas, intercambiar información y organizarse en sectores, sin tener que estar en contacto cara a cara y sin que sea fácil para los gobiernos localizarlos, estos medios han demostrado ser una herramienta eficaz y altamente flexible para la movilización contra los estados autoritarios.

Los grupos que iniciaron y sostuvieron las protestas en Túnez, Egipto, Bahréin, Yemen y Libia tenían poca experiencia importante en la deliberación o en las votaciones públicas, y poca experiencia con éxito en celebrar manifestaciones. A pesar de ello, estos jóvenes activistas son disciplinados políticamente, pragmáticos y tienen espíritu de colaboración.

¿De dónde sacan sus aspiraciones políticas estos jóvenes que se criaron en regímenes autoritarios arraigados? ¿Cómo estudian la vida política de países en los que la libertad y la fe coexisten? La respuesta, en su mayor parte, es en la red de Internet.

Los medios digitales como aula y maestro

El Internet ha alterado la dinámica de la comunicación política. En muchos países, la red del Internet es el sitio de discusión política entre el Estado y la sociedad civil, y entre movimientos contendientes tales como el secularismo y el islamismo.

Las comunidades virtuales, que se arraigan tras muchas y grandes manifestaciones públicas, son casi siempre independientes del control del Estado, aunque pueden ser vigiladas y manipuladas por el Estado. Con el tiempo, más ciudadanos aprenden a utilizar el Internet, desarrollando destrezas de investigación en línea y consumiendo información de manera sofisticada.

Lo que perdura son los lazos virtuales entre los grupos cívicos de un país, entre organizaciones no gubernamentales internacionales y organizaciones en los países que tienen ideas similares. Ciertamente no todas estas comunidades participan en la política, pero su existencia es un fenómeno político, particularmente en países en los que las élites estatales y sociales han trabajado mucho para vigilar a las comunidades que no están en línea.

Por tanto, incluso un espacio donde se publican boletines, o en una sala de charlas virtuales dedicadas a comprar en línea, pueden ser sitios en los que se ejerce la libertad de expresión y en los que la defensa de esta libertad es un tema de conversación.

Incluso en países en los que rigen los regímenes más autoritarios, la red Internet permite contactarse a los grupos de oposición en el exterior y sumarse a la conversación política. Si los partidos políticos están prohibidos, la oposición política se organiza en línea, desde fuera del país. Los líderes de la sociedad civil, de manera similar, buscan otras formas de organización facilitadas por la tecnología para las redes. Los ciudadanos individuales documentan los abusos a los derechos humanos con sus teléfonos móviles, utilizan hojas informativas que comparten para hacer seguimiento de los gastos del Estado, y reúnen información sobre la corrupción oficial.

Por ejemplo, los partidos de la oposición en Egipto, que desde hacía mucho tenían prohibida la participación formal en las elecciones, se organizaron de manera muy eficaz utilizando servicios de medios digitales con base en Londres. En años recientes, algunos de los críticos más eficaces de los gobiernos en Túnez y Egipto surgieron de la comunidad de blogueros en cada uno de esos países. En Egipto, los blogueros con sede en El Cairo, y en el exterior, organizaron varias manifestaciones callejeras importantes en los dos años recientes, y tuvieron un papel crucial en los primeros días de la organización de las manifestaciones en la plaza Tahrir.

En Túnez, una red de activistas creó un corto documental sobre como la esposa del presidente utilizaba el avión estatal para sus viajes de compras. Utilizando fotos del avión despegando y aterrizando en las principales ciudades europeas, conocidas por sus tiendas – con un pasajero – el vídeo circuló ampliamente entre los líderes de la sociedad civil de Túnez, socavando la credibilidad del presidente y reforzando las impresiones sobre la corrupción.

Aunque los primeros días los medios estatales no cubrieron la inestabilidad social en Túnez, las fotos y los vídeos circularon ampliamente en las redes digitales formada por familiares y amigos.

Los medios digitales, como el teléfono móvil y el Internet, ayudan a incubar las conversaciones cívicas, especialmente en países en los que los medios impresos y las emisoras nacionales se censuran firmemente. Amigos y familiares que convocaban a otra gente lograron que mucha gente a salir a la calle a manifestarse, a pesar de que posiblemente iban a sufrir la exposición a los gases lacrimógenos y las balas de goma.

Hoy, estas arengas se difunden en las redes digitales. Tienen muchas formas, desde vídeos que documentan el abuso policial hasta comentarios por tweet en los que se especifica una hora y un lugar de encuentro. La decisión individual de asumir riesgos políticos todavía depende de las convocatorias que impulsan a actuar, pero cada vez con más frecuencia, esas convocatorias se difunden por los medios digitales.

Las redes y la democracia

Algunos gobiernos se esfuerzan en censurar a los medios digitales, pero aún en esos países es difícil de controlar el Internet. Los gobiernos quizás tengan sitios en la red, pero raramente pueden cortar completamente las conexiones en la red.

Las plataformas como YouTube, Twitter, Facebook y el correo electrónico —sistemas de distribución de contenido muy independientes del Estado— permiten tener herramientas valiosas para la organización y la comunicación entre los grupos de la sociedad civil. Se han convertido en una incubadora importante para los movimientos sociales y pueden ser utilizados por los ciudadanos para establecer contactos y formar coaliciones que sienten las bases de la democracia.

A menudo, los medios digitales ayudan a los ciudadanos de las democracias en ciernes a profundizar y mejorar las instituciones de la sociedad civil. Recientemente Bangladesh, Malasia, Indonesia y Turquía todas celebraron elecciones exitosas (según indica la mayoría de observadores).

Las campañas políticas emplearon medios digitales para presentar nuevas formas de comunicación política entre sus partidarios. Al mismo tiempo, los partidos islamistas en estas naciones de mayoría musulmana tuvieron que moderar su mensaje para competir efectivamente en este nuevo entorno de medios. Si bien estos países tienen historias distintas, sus culturas políticas comparten hoy ciertas características.

  • Los ciudadanos consultan las noticias en fuentes internacionales.
  • La familia y los amigos utilizan redes de comunicación en gran parte independientes del Estado.
  • Los actores de la sociedad civil han tenido éxito en línea, aun durante campañas represivas del Estado.
  • Las mujeres participan en el discurso cívico con sus opiniones personales sobre la política y las políticas públicas, en línea electrónica y con maneras que a veces no pueden aplicar en el espacio público.
  • Los jóvenes desarrollan cada vez más su identidad política en línea, donde grupos de jóvenes urbanos y expertos en tecnología encuentran nuevas fuentes internacionales de noticias, conversan con amigos y familiares que viven en otros países, e incluso debaten sobre interpretaciones de textos religiosos.
  • El entorno de los medios nacionales ha experimentado cambios importantes.

El Twitter, los blogs y los videoclips de YouTube no son la causa de los disturbios sociales. Pero hoy, es difícil imaginar una organización exitosa de movimientos sociales, y de participación cívica, sin esos medios, aún en países como Irán y Egipto.

Muchas personas en estos países no tienen Internet ni acceso al teléfono celular. Pero las que sí lo tienen —habitantes urbanos, élites cultas y los jóvenes— son precisamente las poblaciones que encienden la chispa para el cambio de régimen, o quienes apoyan a las dictaduras.

Estos ciudadanos —para quienes las conexiones con la familia y los amigos se realizan cada vez más por tecnología digital— son precisamente los que apoyan o abandonar a un régimen autoritario. Fueron estos ciudadanos los que comenzaron los levantamientos en Túnez, El Cairo y otras capitales de la región.

Cuando terminan las protestas, queda el hábito del uso de los nuevos medios. Las elecciones se han vuelto momentos importantes que los líderes estudiantiles, periodistas y grupos de la sociedad civil experimentan con tecnologías digitales. Incluso si sus candidatos predilectos no resultan elegidos, el proceso de experimentación incita nuevos hábitos de información que pueden ser difíciles de controlar por los Estados.

Los ciudadanos se enteran de fuentes alternativas de noticias en Internet y desarrollan un mejor sentido para evaluar la credibilidad de la información que les llega por texto en teléfono celular.

Un hábito digital: Los consumidores son productores

Del estudio de las protestas recientes, y de otros momentos delicados, como las elecciones fraguadas, o las crisis militares, sabemos que los teléfonos celulares, el Internet y las otras herramientas digitales tienen dos papeles importantes en la comunicación política.

Primero, los usuarios de tecnología demuestran niveles excepcionalmente altos de confianza y reciprocidad en tiempos de crisis. Los usuarios de la tecnología probablemente comparten imágenes, se ayudan uno al otro a permanecer en contacto con la familia y los amigos e informan desde el terreno a quienes están fuera. En segundo lugar, los grupos de la sociedad civil a menudo se envían uno al otro estrategias digitales de campaña.

Esto sucede, en parte, porque las elecciones atraen a los activistas democráticos que viajan de un país a otro y ayudan a los grupos locales. Pero las elecciones también proporcionan la oportunidad para que los grupos locales aprendan de las estrategias que otro grupo utiliza para difundir públicamente sus ideas.

Más importante aun, los medios digitales son la infraestructura para el debate, que puede sobrevivir más allá de una protesta o un escándalo político en particular. Los actos de protesta y desobediencia civil llegan a ser momentos en los que porciones significativas del público aprenden a cómo utilizar los medios digitales para fines políticos.

Las personas se acostumbran a consumir y producir contenido político. Se acostumbran a la narrativa digital. Y ya estamos viendo que en Túnez y Egipto, la definición de una constitución se convierte también en un proceso mediado digitalmente.

Al permitirle al ciudadano medio crear contenido y generar redes con quienes comparte contenido, los medios digitales dan voz a quienes se encuentran en desventaja. En la Primavera Árabe de 2011, la infraestructura de información es la política.

Por: Philip N. Howard

Philip N. Howard es profesor asociado en la Universidad de Washington. Es autor de Orígenes digitales de dictaduras y democracias: Tecnología de la información y el Islam político.

Etiquetas: digital, EEUU, mundo