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Ciudad Acuña, Coahuila, México | 18 de Diciembre del 2024

Josefina

En su columna de opinión para el periódico Excélsior, Ivonne Melgar hace un recuento de la campaña de la candidata por el PAN a la Presidencia, Josefina Vázquez Mota.

Las coordenadas del desempeño de Josefina Vázquez Mota pasan por el vacío que le hicieron en Los Pinos, el desfondamiento sexenal del PAN, las limitaciones de su equipo de campaña para frenar los golpes y la incertidumbre cultural del tema de género.

En estos 80 días, la panista no experimentó grandes cambios. Sin embargo, fue hasta el final de la competencia cuando subió, a nivel de los medios masivos, la imagen de una candidata en la batalla, con un mensaje de clara continuidad y actos proselitistas caracterizados por el entusiasmo.

El proceso electoral deja evidencias de las capacidades de diálogo, propuesta y argumentación de Vázquez Mota en los debates del IFE y del movimiento #YoSoy132, así como en las diversas pasarelas donde se midieron los abanderados y cuyos convocantes la dieron por ganadora en varios casos.

Los testimonios están ahí: el foro de intelectuales Preguntas cuyas respuestas pueden cambiar a México, la reunión de los ambientalistas; el encuentro con víctimas de la violencia de Javier Sicilia, la Cumbre Ciudadana de Organizaciones Civiles, la Convención Bancaria, la Universidad Iberoamericana y Diez preguntas por la educación, entre una veintena de iniciativas similares.

¿Por qué entonces avanzó la versión de que era una candidata sin armas para competir?

Los Pinos. El balance en la casa de campaña es contundente: a Josefina la dejaron sola. Ni en la Presidencia ni en la primera línea de la administración de Felipe Calderón hubo arropamiento.

Ella nunca formó parte del círculo íntimo de Los Pinos. De modo que sus aspiraciones fueron vistas por el calderonismo como un desafío. Y su triunfo en la elección interna de Acción Nacional es una herida que no cicatriza.

Por supuesto que la reforma electoral puso candados al Presidente. Pero eso no significaba distancia, apatía ni abandono. Y eso es lo que hubo. Jamás se hizo un llamado al cierre de filas ni al acompañamiento por parte de un gabinete que habría podido tomarse los fines de semana para manifestarse.

El PAN. Con la expectativa de que Acción Nacional sería el territorio de los acuerdos, Josefina cedió espacios a los calderonistas al conformar las listas de aspirantes al Congreso.

Pero tampoco el partido contó con el liderazgo de Calderón para aglutinar sus activos. Dejó de actuar como el primer panista de la nación que había sido hasta entonces.

Al margen de la conducta ética del ex presidente Vicente Fox, que se adhirió al priista Enrique Peña Nieto, lo cierto es que como conocedor de las operaciones electorales supo que si a la candidata le habían dado la espalda en Los Pinos, el PAN carecería de los pertrechos para sacarla adelante.

Y el guanajuatense se lo hizo saber, acuñando además la frase pública que resume la circunstancia de Josefina: “Sólo un milagro”.

Sin una estructura electoral poderosa, con divisiones en los estados, sin padrones confiables, casi inexistente en el Distrito Federal y con un dirigente, Gustavo Madero, al que el Presidente dejó de considerar su interlocutor, el PAN no tuvo la fuerza para sumar a grupos empresariales que ya simpatizaban con el candidato del PRI, puntero desde antes de que se resolviera la contienda blanquiazul.

Sólo cuando observaron el repunte de Andrés Manuel López Obrador, algunos representantes del poder económico se acercaron a Vázquez Mota, pero más con el interés de parar al perredista que de apuntalarla.

El equipo. En la casa de campaña tampoco se supo frenar la estrategia tricolor en el arranque de la competencia, destinada a proyectar a una Josefina a la que sólo le pasaban situaciones incómodas.

No es que la abanderada blanquiazul haya mejorado. Lo que mejoró hacia el último tercio fue el margen de maniobra de sus operadores para construir percepciones favorables. Y esto porque la irrupción del movimiento universitario modificó la correlación de fuerzas al traducirse en un empujón para López Obrador.

Resulta falaz señalar que andaba dormida o que al fin se decidió por defender al gobierno. Siempre hubo eventos y mítines competitivos tanto en audiencia como en ánimo. Sin duda superiores a los actos panistas de hace seis años.

El género. La incapacidad financiera, política y de operación para posicionarse en la batalla en los primeros dos meses tiene sus causas en las coordenadas de Los Pinos, el PAN y su equipo de campaña.

Existe sin embargo una cuarta coordenada que merecerá en su momento un análisis a fondo: la del género. ¿Qué tanto pesó el hecho de ser mujer en las valoraciones que se hacen de su desempeño? ¿Y qué tanto el género determinará la evaluación sobre la capacidad de la candidata para encarar de otra manera la negativa de apoyo por parte de Los Pinos, la crisis del PAN y la falta de reacción de su gente?

Acaso su error radicará en haber sostenido la bandera de la continuidad a cambio de nada. Y en permitir que su diferencia, la de ser una política conciliadora, actuara en su contra.

Artículo publicado en Excélsior/u>
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Etiquetas: Josefina Vazquez Mota, PAN, presidenta


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