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Ciudad Acuña, Coahuila, México | 22 de Diciembre del 2024

Introducción a los informes por países sobre las prácticas de derechos humanos de 2011

El documento completo se puede consultar (en inglés) en el sitio web del Departamento de Estado. ( http://www.state.gov/j/drl/rls/hrrpt/humanrightsreport/index.htm#wrapper ) A continuación una traducción de la introducción del informe:

Departamento de Estado de Estados Unidos

Oficina de Asuntos de Democracia, Derechos Humanos y Trabajo

24 de mayo de 2012

El 14 de enero, el presidente tunecino Zine el-Abedine Ben Ali y su familia subieron a bordo de un avión en Túnez y partieron rumbo a Arabia Saudita. Veintisiete días después, el presidente egipcio Hosni Mubarak presentó su renuncia. Tras ocho meses de ataques brutales a libios ávidos de un cambio pacífico, se derrocó a Moammar Qadhafi. Por primera vez en la historia, el presidente yemení transfirió el poder a través de las urnas. Las fuerzas leales del presidente sirio Bashar al-Asad han cometido abusos atroces y generalizados de los derechos humanos contra su propio pueblo desde marzo de 2011, y aun así no se logró intimidar a los manifestantes.

Estos levantamientos populares aun en curso en el Oriente Medio y África del Norte crearon réplicas de descontento en todo el mundo. Millones de ciudadanos en muchos otros países también expresaron su descontento con gobiernos que producen no resultados para el pueblo. Ya sea mediante grandes movimientos o actos pequeños, los pueblos en los países del mundo entero se están poniendo de pie y exigiendo sus derechos universales, dignidad, mayor oportunidad económica así como participación en el futuro político de sus países.

Las ansias de cambio que presenciamos en Túnez, Egipto, Libia, Yemen y Siria son inspiradoras pero el cambio suele crear inestabilidad antes de traducirse en mayor respeto por la democracia y los derechos humanos. Tras décadas de represión, en las que se prohibía toda participación política abierta, tomará tiempo crear partidos políticos diversos, una sociedad civil fuerte, un clima propicio para la libertad de expresión y una cultura política transparente. Las transiciones son momentos de incertidumbre. Pueden ser caóticas, inestables y, ocasionalmente, violentas. E incluso cuando logran su cometido, en contadas ocasiones son lineales, rápidas o fáciles. El desafío durante estas transiciones es mantener la apertura de la sociedad al debate político. La protección de los derechos humanos y las libertades fundamentales garantiza que negociaciones por el futuro de un país tengan lugar sin temor ni intimidación y que las fuerzas antidemocráticas no sofoquen la participación política genuina. Como dijera la Secretaria Clinton, “todos los partidos políticos, tanto religiosos como seculares, deben respetar reglas fundamentales básicas: rechazar la violencia; preservar el estado de derecho; respetar las libertades de expresión, religión, asociación y reunión; proteger los derechos de las mujeres y las minorías; renunciar al poder ante la derrota en los comicios y, especialmente en una región con profundas divisiones en el interior de los cultos y entre estos, evitar la incitación a conflictos sectarios que desgarran las sociedades”. La Secretaria advirtió que, con el quebrantamiento de estas reglas fundamentales, “los vencedores de las revoluciones pueden volverse sus víctimas”.

En la agitación política de 2011, millares de ciudadanos perdieron la vida en Túnez, Egipto, Libia, Bahrein, Yemen y Siria. Muchos otros fueron víctimas de abusos a raíz del uso excesivo de la fuerza por parte de las fuerzas de seguridad. Pero las imágenes de manifestantes que aparentemente habían perdido todo temor, poniendo en peligro su vida para luchar contra un gobierno que, en su opinión, era ilegítimo, inspiró a pueblos de todo el mundo. Incluso en los lugares más remotos, el deseo de mayor libertad y oportunidad política y económica comenzó a perder fuerza.

El año 2011 llevó aparejado cambios extraordinarios en Birmania, aislada desde hacia mucho tiempo por los maltratos del gobierno de su propio pueblo. De manera drástica, el gobierno birmano tomó una serie de medidas audaces para dar el paso inicial en el proceso extenso y difícil de reforma política y reconciliación con los que, durante décadas, lucharon pacíficamente por la libertad. En el informe del año pasado, escribimos sobre la situación nefasta de centenares de prisioneros políticos que permanecían encarcelados en Birmania, algunos de los cuales habían estado encarcelados durante décadas por participar en manifestaciones o simplemente por leer poesía “subversiva”. En octubre de 2011, el gobierno liberó a más de 200 de estos prisioneros. Según lo que abarcará el informe por países del año entrante, en enero de 2012 el gobierno birmano liberó a otros 300, entre estos algunos que habían estado detenidos durante muchos años y permitió la inscripción de la Liga Nacional para la Democracia y la presentación de candidatos en las elecciones parlamentarias, entre ellos la líder del partido Aung Sun Syu Kyi.

Birmania ejemplifica un gobierno que avanza hacia un modelo de mayor apertura, democracia y libertad; atributos que pueden conducir a mayor innovación, prosperidad e inclusión. Resta mucho por hacer para poner en marcha reformas y, especialmente, responder al legado de décadas de violencia dirigida a las minorías étnicas. Pero la envergadura de la tarea por delante no merma el entusiasmo de estos primeros pasos ni la sensación de posibilidad que puede inspirar en otras sociedades cerradas como Irán, Corea del Norte, Uzbekistán, Eritrea o Sudán.

Otros muchos países tomaron también medidas importantes en 2011 en aras del mejoramiento de su trayectoria en el ámbito de los derechos humanos si bien aun les queda trabajo por realizar. En Colombia, el gobierno se esforzó por superar el clima de impunidad con respecto al acoso, la intimidación y el homicidio de trabajadores de derechos humanos, periodistas, maestros y sindicalistas. Disminuyó el número de ejecuciones extrajudiciales, en gran medida debido a los esfuerzos del gobierno por poner punto final a estos delitos. En Zambia, las elecciones presidenciales, parlamentarias y locales celebradas en setiembre fueron libres, convincentes y ordenadas. El presidente en ejercicio renunció al poder y aceptó la voluntad del pueblo zambio. En Túnez, los ciudadanos celebraron elecciones transparentes y convincentes para una Asamblea Constituyente que, a su vez, eligió a un antiguo prisionero político como presidente interino del país. El país está ahora reescribiendo la constitución.

Junto con acontecimientos esperanzadores de este tipo, este informe documenta una gama de acontecimientos negativos acaecidos en 2011. En algunos países se recortó la libertad como resultado de elecciones viciadas, la imposición de disposiciones constitucionales menos democráticas por parte de líderes poderosos, restricciones a los derechos universales de libertad de expresión, reunión o asociación, incluso por Internet, medidas para censurar o intimidar a los medios de comunicación o intentos por controlar o restringir las actividades de grupos no gubernamentales. En Nicaragua, vastas irregularidades en el proceso electoral marcaron un revés para la democracia y menoscabaron la capacidad de los nicaragüenses de responsabilizar a su gobierno.

Otras tendencias perturbadoras en 2011 comprenden la persecución constante de minorías religiosas, como ahmadis, bahais, budistas tibetanos, cristianos, judíos, entre otras. En muchos países se intensificó la discriminación de miembros de minorías raciales y étnicas, personas con discapacidades y personas lesbianas, gay, bisexuales o transgénero (LGBT), quienes fueron blancos frecuentes de abuso, discriminación y violencia. En algunos países el personal médico fue víctima de acoso, intimidación y arrestos. Tanto los gobiernos como las fuerzas de la oposición procuraron evitar la asistencia humanitaria a los civiles en circunstancias funestas.

Egipto y Kirguistán celebraron elecciones históricas que se consideraron libres y justas en términos generales. Pero las elecciones en estos países, así como el enfrentamiento al cabo de la elección presidencial de 2010 en Costa de Marfil, fueron recordatorios dolorosos de que las elecciones son un elemento crítico pero insuficiente en las transiciones genuinas a la democracia y el estado de derecho. Los ciudadanos comprometidos en cada uno de estos países continuaron trabajando en aras del fortalecimiento de los hábitos y las instituciones del gobierno democrático, con una cultura política en la cual los perdedores de las elecciones comprenden que deben ceder el poder, y los representantes elegidos ejercer el poder con justicia.

La situación general de los derechos humanos continuó siendo sumamente deficiente en muchos de los países en torno a los cuales giraron los informes por país en 2010, como Irán, Corea del Norte, Turkmenistán, Uzbekistán, Siria, Bielorrusia y China, entre otros.

En 2011 se destacaron varias tendencias más generales. Las nuevas tecnologías de las comunicaciones difunden por el mundo las noticias sobre el activismo ciudadano y el cambio político. Los individuos continuaron encontrando maneras innovadoras para usar la tecnología a fin de derribar los muros de temor y aislamiento que erigieron los gobiernos no democráticos en un intento por preservar la inactividad de las poblaciones. Emplearon estas tecnologías para pronunciarse en contra de la discriminación societaria, la corrupción y las restricciones a las libertades civiles y políticas que les impiden gozar de igualdad de derechos, dignidad o respeto. Pero los regímenes represores también utilizaron esas mismas tecnologías para espiar a sus propios ciudadanos con el propósito de silenciar el disentimiento.

Al considerar las implicaciones de las tecnologías de las comunicaciones para los derechos humanos y la democracia, nos damos cuenta de que no es la misma tecnología sino los individuos que preludian el avance en derechos humanos. La tecnología puede ayudar a la gente a ejercer sus derechos humanos universales, conectarse con otros superando fronteras e ir más allá de husos horarios e incluso barreras lingüísticas. Sin embargo, la tecnología es una plataforma, no un sustituto de la organización política, la promoción de la causa ni la persuasión. Las reclamaciones, y no Internet, llevan a la gente a la calle. La injusticia, y no Internet, suscitó la Primavera Árabe.

Dado que la manera en que la gente se expresa, se interrelaciona y comparte ideas y opiniones está acaeciendo cada vez más por Internet, la protección y promoción de la libertad en el uso de Internet es una prioridad central de los Estados Unidos. En las páginas siguientes informamos sobre su situación.

También informamos sobre la situación de la libertad de los medios de comunicación, que siguió siendo deficiente en muchos países y disminuyó en otros. El año 2011 trajo aparejado un aumento en el número de periodistas y blogueros que fueron silenciados con la muerte o el encarcelamiento cuando intentaban difundir noticias al público. Estos informes son crónicas también de las muchas maneras en que algunos gobiernos intentaron censurar a los medios a través de reglamentos o leyes contrarios al derecho universal a la libertad de expresión y opinión y a través del acoso, la intimidación o la violencia. En Ecuador y Venezuela, las medidas del gobierno contra los medios de comunicación independientes tuvieron un efecto estremecedor en la libertad de los medios de comunicación.

Los informes de este año destacan el trato de personas marginadas, como las personas LGBT y las personas con discapacidades. Demasiados países aún penalizan la actividad sexual consensual entre personas del mismo sexo y las personas LGBT se enfrentan a discriminación y violencia en muchos más países. Continuamos concentrándonos en otras poblaciones vulnerables, como mujeres y niños. En muchos países la violencia intrafamiliar y societaria contra la mujer y su discriminación siguen siendo problemas graves. Las mujeres y los niños suelen ser los primeros que sufren durante los conflictos.

Por otra parte, continuamos vigilando los desafíos a los que se enfrentan las organizaciones de la sociedad civil que promueven el respeto de los derechos humanos y las transiciones democráticas en sus propios países. En los informes sobre derechos humanos del año pasado, observamos un recrudecimiento de los esfuerzos por parte de gobiernos represivos por controlar y reprimir a las organizaciones no gubernamentales independientes (ONG). En el curso de los últimos años, más de 90 gobiernos procuraron aprobar leyes que obstaculizaron la capacidad de las ONG para inscribirse, funcionar libremente o recibir financiamiento extranjero. En algunos países, como Egipto, Etiopía, Malasia, Argelia, Camboya y Rusia, los gobiernos impusieron o amenazaron con imponer restricciones mayores al financiamiento extranjero de estas organizaciones, tomaron otras medidas que obstaculizaron gravemente el funcionamiento o buscaron intimidarlas o clausurarlas completamente. En muchos otros lugares, la tarea de estas organizaciones es malentendida o comprendida o tergiversada activamente por gobiernos inseguros que temen al escrutinio independiente de sus acciones. En 2011, estas tendencias se intensificaron cuando vimos un aumento marcado de las restricciones oficiales al trabajo de derechos humanos y los defensores de la democracia.

Conforme lo expresó el presidente Obama, las sociedades cambian desde el interior. Las organizaciones de la sociedad civil encabezan ese cambio mediante la inclusión de los ciudadanos en conversaciones sobre la manera en que los pueblos desean ser gobernados. Estas organizaciones destacan los abusos de derechos humanos, luchan contra la discriminación y monitorean a las autoridades para ver si están preservando el estado de derecho. Se pronuncian en contra de la exclusión, la persecución o el odio contra las minorías vulnerables y documentan las deficiencias de sus sociedades. Al reflejar fielmente las acciones de la sociedad, le solicitan a los gobiernos y a sus ciudadanos mejoras y más mejoras. De todas estas maneras, los grupos de la sociedad civil son parte vital de sociedades libres y abiertas y son aún más vitales en países donde las tradiciones y las instituciones democráticas están comenzando a arraigarse.

Los acontecimientos de 2011, según se documentan en estas páginas, nos recuerdan una vez más que los derechos humanos y la seguridad mundial están inextricablemente vinculados. De Túnez a Teherán, de El Cairo a California, de Moscú a Rangún, los ciudadanos estuvieron más inteconectados que nunca y así estuvieron las interrelaciones entre sus libertades, oportunidad económica y la seguridad y prosperidad de sus sociedades.

En todo el mundo, observamos que en los lugares donde los derechos humanos son objeto de abusos o amenazas constantes por parte de autoridades o por grupos delictivos, sectarios u otros grupos no democráticos que gozan de impunidad, el desenlace suele implicar conflictos políticos, contracción económica y desestabilización que, con demasiada frecuencia, rebasa las fronteras. Por el contrario, en los lugares donde se respetan los derechos humanos, se hace cumplir el estado de derecho y las acciones del gobierno son transparentes, las sociedades son más estables y seguras. La gente que se siente habilitada para participar en el proceso político y que observa cómo se respetan sus derechos tiene menos probabilidades de sumarse a grupos extremistas que amenazan a la tranquilidad nacional y la estabilidad internacional.

Gradualmente fortalece la confianza en el gobierno y se siente más participativa en el éxito del sistema. De esta manera, el respeto de los derechos humanos se traduce en estabilidad política y establece los cimientos para la democratización, el crecimiento económico, la prosperidad compartida y la seguridad mundial afianzada.

Esta conexión esencial entre derechos humanos y seguridad nacional ocupa repetidamente las páginas siguientes. Seguirá desempeñando una función en las transiciones a la democracia en el mundo árabe y más allá. Los individuos que salieron a las calles a manifestar en Túnez, El Cairo, Trípoli y Saná demostraron que el cambio es viable sin recurrir al extremismo. En 2011 vimos a demasiados gobiernos que tomaron medidas enérgicas en nombre del restablecimiento del orden cuando los ciudadanos exigieron derechos humanos universales y la posibilidad de expresar su opinión sobre la manera en que se los gobernaba. Estos actos de represión desencadenaron más confrontación, más caos y, finalmente, mayor inestabilidad. Los acontecimientos del año demostraron que la opción real no es entre la estabilidad y la seguridad sino entre la reforma y los disturbios.

Deseo agregar algo sobre la redacción de los informes. Año tras año, funcionarios del ámbito de los derechos humanos en las embajadas de los Estados Unidos y en otras misiones diplomáticas alrededor del mundo preparan estos informes, en colaboración con las contrapartes en Washington D.C. Cada equipo de país recoge, analiza y resume información proveniente de una variedad de fuentes, que incluyen organizaciones de derechos humanos nacionales e internacionales, otros gobiernos, organizaciones multilaterales y miembros de la sociedad civil. Una vez que se redactan los informes, se corrigen, revisan y corroboran los hechos rigurosamente para garantizar la precisión y la objetividad.

Este año, facilitamos la lectura de los informes de derechos humanos en Internet. Los lectores pueden pasar directamente a temas de interés con un nuevo índice, compartir informes en los medios sociales e investigar temas en diversos países con la herramienta Compile un informe (build a report). Nuestra meta es permitir a los lectores recabar información de manera rápida en las regiones sobre las cuestiones que más les interesan.

También procuramos aumentar el acceso a los informes para un espectro más amplio de lectores. En los últimos 35 años, los informes sobre derechos humanos se ampliaron, incluso a pesar de las directivas del Congreso de producir informes anuales separados sobre la situación de libertad de culto internacional y trata de personas. Este año, cada informe por país tiene un formato funcional. En consecuencia, no intentamos catalogar cada episodio, por muy atroz que sea, de un tipo particular de abuso de los derechos humanos en un país. En cambio, hacemos hincapié en ejemplos que representan y dilucidan los tipos de problemas que se denunciaron con frecuencia en 2011 en ese país. La mención de un número menor de casos en un informe específico no debe interpretarse como una disminución de la preocupación en torno a la situación general de los derechos humanos en un país en particular. Más bien, nuestra meta es aclarar la naturaleza, el alcance y la gravedad de los abusos de derechos humanos denunciados. Por primera vez, añadimos también un resumen ejecutivo al comienzo de cada informe. Esperamos que a los lectores les sean útiles estos cambios.

Respetuosamente,

Michael H. Posner

Secretario Auxiliar de la Dirección de Democracia, Derechos Humanos y Trabajo

(Termina el texto)

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Etiquetas: derechos humanos, EEUU