El presidente Obama reflexiona sobre el impacto del Título IX
Este artículo de opinión del presidente Obama fue publicado originalmente por la revista Newsweek el 23 de junio. No hay restricciones a su publicación por parte de embajadas de Estados Unidos.
El presidente Obama reflexiona sobre el impacto del Título IX
Por el presidente Obama
Entrenar al equipo de baloncesto de mi hija Sasha es uno de esos momentos en los que solo me toca ser “papá”. Agarro rebotes, dirijo ejercicios y me divierto un poco. Lo que es más importante, tengo la oportunidad de ver a Sasha y sus compañeras de equipo mejorar juntas, comenzar a pensar en equipo y desarrollar la autoconfianza.
Cualquier padre sabe que hay pocas cosas más satisfactorias que ver cómo los hijos descubren pasión por algo. Y como padre hará cualquier cosa para lograr que él o ella crezcan creyendo que puede llevar esa ambición lo más lejos que quiera; que su hija adoptará esa idea estadounidense por antonomasia de que puede llegar tan lejos como su talento pueda llevarla.
Sin embargo no hasta hace mucho tiempo que algo como practicar el deporte en equipos universitarios era un sueño imposible para muchas jóvenes estadounidenses. Con frecuencia sus equipos practicaban en instalaciones de segunda clase, con uniformes usados regalados y casi sin financiamiento.
¿Qué cambió? Pues hace 40 años mujeres comprometidas de todo el país, impulsadas por aquellos que decían que no podían lograr algo, trabajaron con el Congreso para prohibir la discriminación por género en nuestras escuelas públicas. El Título IX fue el resultado de sus esfuerzos, y esta semana celebramos su 40 aniversario?40 años de garantizar la educación en pie de igualdad, dentro y fuera del aula, sin importar el género.
El mes pasado recordé este hecho trascendental al concederle a Pat Summit la Medalla Presidencial de la Libertad. Cuando se inició como entrenadora de baloncesto, Pat manejaba la furgoneta para llevar a los equipos a los partidos fuera de casa. Lavaba los uniformes en su propia lavadora. Incluso una noche ella y su equipo acamparon en el gimnasio del equipo rival porque no tenían dinero para pagar el hotel. Pero tanto ella como sus jugadoras mantuvieron la cabeza en algo y su mente en el juego. Y en los 38 años que estuvo en la Universidad de Tennessee, Pat ganó ocho campeonatos nacionales y logró más de 1.000 victorias, lo máximo que haya logrado cualquier entrenador universitario, hombre o mujer. Lo que es más importante, cada una de las mujeres que alguna vez jugó para Pat se graduaron, o está en camino de graduarse.
Hoy, gracias en gran medida a la confianza y determinación que desarrollaron en los deportes competitivos y la ética del trabajo que aprendieron junto a sus compañeras de equipo, las muchachas que practican deportes tienen más posibilidades de destacarse en la escuela. De hecho, hoy en día generalmente más mujeres que hombres se gradúan de la universidad. Es un logro enorme, no solo para un deporte en particular o una universidad, ni solo para las mujeres, sino para Estados Unidos. Y de eso trata el Título IX.
No olvidemos que el Título IX no solo aborda los deportes. Desde resolver las desigualdades educativas en las matemáticas y las ciencias, hasta prevenir las agresiones sexuales en los campus universitarios y financiar adecuadamente los programas atléticos, el Título IX garantiza la igualdad a nuestros jóvenes en todos los aspectos de su educación. Es un trampolín al éxito: en parte, gracias a leyes como el Título IX más mujeres se gradúan de la universidad preparadas para trabajar en una gama más amplia de actividades, incluyendo la ingeniería y la tecnología. Yo he dicho que las mujeres conformarán el destino de este país, y lo sostengo. Cuantas más mujeres seguras de sí mismas y empoderadas pasen a formar parte de las juntas directivas, tribunales, legislaturas y hospitales, más fuerte seremos como país.
Esto es lo que estamos presenciando hoy. La mujer no solo ocupa un lugar en la mesa, u ocupa la cabecera, sino que está creando el éxito en sus propios términos. Las mujeres que crecieron bajo el Título IX ahora son pioneras en logros científicos, dirigen empresas fructíferas, gobiernan estados y, sí, entrenan a equipos universitarios. Gracias a ello, las jóvenes de hoy se crían escuchando menos voces que les dicen: “no puedes” y más que les dicen: “tú puedes”.
Hemos llegado muy lejos, pero todavía podemos ir mucho más lejos. Siempre habrá otras barreras que superar y más progresos que lograr. Como presidente, pondré de mi parte para que el Título IX se mantenga fuerte y dinámico, y mantenga a nuestras escuelas como las puertas a la oportunidad, de manera que todos los niños tengan una oportunidad para alcanzar el éxito. Y como padre, haré todo lo que pueda para garantizar que este país siga siendo un lugar en el que, independientemente de lo que uno sea o de su aspecto, pueda lograr lo que quiera si lo intenta.
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