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Territorio de Coahuila y Texas

Ciudad Acuña, Coahuila, México | 05 de Noviembre del 2024

EL NAVEGANTE

Por Ramiro Gómez Caldera Islas Afortunadas. Siglo XVI. Amaro Pargo estaba de pie mirando al horizonte estrellado y la vía Láctea, era ya tarde y pensaba si saldría a navegar al amanecer, al rayar el sol o más tarde con la marea, tenía que llevar varias mercancías a la isla Mayor, vendería una parte ahí y el resto en las otras Islas Afortunadas.

“San Telmo en la arboladura, mal tiempo augura”.
“San Telmo en cubierta brilla, cierra bien la escotilla”.
“Soy el que jamás descansa y va y viene sin cesar.
Nunca me puedo secar. Jamás te aburre mi danza.
En presencia o añoranza tú siempre me vas a amar.” (El mar) Frases y citas marineras

Casi hasta sus pies, llegaban las olas de la dársena, y una brisa salobre se respiraba en el ambiente. A su lado y atrás pequeños montículos de mercancías cubiertos por lonas y a pocos metros de él entre varias naves, estaba su velero listo para navegar de isla en isla con la carga que esperaba vender. Recordó que además de mercancías diversas, algunas provenientes de América, llevaba pan, queso, vino, cebollas y agua suficiente para alimentarse y llegar a la isla.
Preparó sus aparatos para navegar, en un morral de piel, sus tablas de marear, su brújula, su astrolabio árabe y un pequeño vidrio traslúcido para ver el sol en la niebla. Dos anclas extras por si las dudas e Iba vestido con bombachas de marinero, una camisa de lino natural, con mangas anchas, arremangado hasta los codos, una Jaca árabe al cinto, un pañuelo al cuello de donde le colgaba una cruz latina y un gorro marsellés.
Su velero de pocos metros de eslora, habilitado con orza, y con vela triangular, le permitía navegar bien a barlovento o a sotavento. Él solo lo podía maniobrar, debido a la gran estabilidad que tenía con el perfecto lastre de plomo.
Era la suya una nave pequeña con la vela mayor y un pequeño foque, nave muy marinera que con los vientos del mediterráneo literalmente volaba sobre las olas con un viento a favor.
Antes de partir hizo una inspección general a la nave, para ver si no hacía agua, si estaba bien estanca, si las velas estaban bien amarradas y revisó punto por punto su pequeño velero llamado “La Gaviota”. Puso atención al estado de la driza mayor, el puño de driza, a la tabla del grátil, revisó el sable alto, toda la vela mayor, la baluma, el puño de escota, el pujamen, el obenque y el puño de amura.
Luego revisó el estay de galope, la driza de foque, el puño de driza, la baluma, el grátil, el foque completo que ya había sido atendido de una desgarradura, el puño de escota y el pujamen.
Llevaba cuerdas extras, tela para un nuevo foque, lo necesario por si el casco hacia agua por alguna pequeña hendedura, ya en altamar, dos salvavidas, cubetas para desaguar y un barril de agua dulce.
Se retiró a su velero donde dormiría hasta la madrugada, cuando saldría con el viento de Tramontana 4ª. al gregal rumbo a la isla Mayor. Tres monedas de oro esperaba ganar en esta ocasión.
Antes de dormir escuchó que alguien subía a su velero, pero se tranquilizó cuando vio que era el capitán Jofré de Loaísa que luego que lo saludó le dijo que le acompañaría en el viaje. Siempre era grato viajar con compañía y más si era un hombre de bien como él que por sus hechos y palabras lo había demostrado siempre.
Muy temprano salieron a bogar y pronto se vieron en aguas profundas, en el horizonte, al poniente, unas nubes de tormenta no auguraban muy buen clima, sin embargo ambos marinero salieron a navegar con rumbo a la isla Mayor, él iba al timón.
La tormenta se desarrolló a barlovento, ellos recibían un viento a través en la mar arisca, y sufrieron por un buen tiempo los embates de un mar agitado que casi hacia escorar su nave marinera.
De pronto una gran ola acompañada de un fuerte viento escoró mucho el velero y a punto estuvo de hacerlo zozobrar, y a ellos saltar al agua, lo que no pasó de milagro y por ir amarrados.
La embarcación se inclinó hacia uno de sus costados, por la fuerza del viento y el golpe de las olas les corrió la carga, rodaron los barriles y el pequeño barco se escoró tanto que casi se fue a pique.
En tanto él iba al timón, Jofré de Loaísa había bajado ya la vela mayor y el foque trapeaba al viento, roto de una de sus amarras, el viento aullaba, el chubasco los tenía empapados y el frío les calaba hasta los huesos.
Truenos y relámpagos viajaban de nube a nube, parecía que Neptuno iba a por ellos, arriba Zeus los aporreaba a relámpagos, Boreas les quitaba casi la camisa y un fuego de San Telmo bordeaba el mástil, iluminándolo.
Empapados, con el velero a punto de desguanzarse que jineteaba las olas como una ballena asesina, recordaron en ese momento para tranquilizarse, la historia Bíblica de Jonás, que Jofré le contó. Vino palabra de Jehová a Jonás hijo de Amitai, diciendo: – “Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí”. Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Jehová. Pero Jehová hizo levantar un gran viento en el mar, y hubo en el mar una tempestad tan grande que se pensó que se partiría la nave. Y los marineros tuvieron miedo, y cada uno clamaba a su dios; y echaron al mar los enseres que había en la nave, para descargarla de ellos. Pero Jonás había bajado al interior de la nave, y se había echado a dormir. Y el patrón de la nave se le acercó y le dijo:
– ¿Qué tienes, dormilón? Levántate, y clama a tu Dios; quizá él tendrá compasión de nosotros, y no pereceremos. Y dijeron cada uno a su compañero:
–Venid y echemos suertes, para que sepamos por causa de quién nos ha venido este mal.
Y echaron suertes, y la suerte cayó sobre Jonás. Entonces le dijeron ellos:
–Decláranos ahora por qué nos ha venido este mal. ¿Qué oficio tienes, y de dónde vienes? ¿Cuál es tu tierra, y de qué pueblo eres? Y él les respondió:
–Soy hebreo, y temo a Jehová, Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra. Y aquellos hombres temieron sobremanera, y le dijeron:
–¿Por qué has hecho esto?
Porque ellos sabían que huía de la presencia de Jehová, pues él se lo había declarado. Y le dijeron:
– ¿Qué haremos contigo para que el mar se nos aquiete? –Porque el mar se iba embraveciendo más y más. Él les respondió:
–Tomadme y echadme al mar, y el mar se os aquietará; porque yo sé que por mi causa ha venido esta gran tempestad sobre vosotros. Y aquellos hombres trabajaron para hacer volver la nave a tierra; mas no pudieron, porque el mar se iba embraveciendo más y más contra ellos. Entonces clamaron a Jehová y dijeron:
–Te rogamos ahora, Jehová, que no perezcamos nosotros por la vida de este hombre, ni pongas sobre nosotros la sangre inocente; porque tú, Jehová, has hecho como has querido. Y tomaron a Jonás, y lo echaron al mar; y el mar se aquietó de su furor. “ Y temieron aquellos hombres a Jehová con gran temor, y ofrecieron sacrificio a Jehová, e hicieron votos”. “Pero Jehová tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás; y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches”.
Amaro se tranquiliza luego de escuchar esta historia que le contó Jofré, que demuestra que hasta la más pequeña tormenta es voluntad del creador del cielo y de la tierra.
Como si fuera un sortilegio, la mar se calmó, la tormenta se alejó y ellos vieron la isla Mayor hacia barlovento, a donde se dirigían y a donde llegarían a atracar en este su primer viaje un poco más tarde.
Al atardecer atracaron en el pequeño muelle, soltaron el ancla y alguien cogió las cuerdas para amarrar el velero. Llegaron a la isla, a donde Amaro Pargo vendería parte de su mercancía y en donde Jofré iba a enseñar en la escuela de marinería, en la que era magíster.
Pero apenas llegaron un grupo de hombres armados con espadas los detuvo.
– ¡Alto, quien vive! –gritó el que parecía que llevaba el mando.
– Hermanos, empuñad vuestras espadas, un profano está a las puertas de nuestra isla! – gritó a sus acompañantes.
–¡Explicadnos Magíster!… ¿cuál es vuestra intención de traerlo hasta aquí y con qué intenciones viene?
–¡Deteneos, hermanos, yo respondo por él!, –respondió Jofré de Loaísa
– ¡Y qué pretende! – Dijo el de la voz tonante.
–Iniciarse en el arte del comercio y pertenecer a vuestra augusta cofradía”.
–¿Con qué derecho se ha atrevido a esperarlo?”.
–El derecho que le da ser un hombre libre y de buenas costumbres. Yo respondo por él – dijo Jofré.
–En ese caso preguntadle su nombre y apellidos”- dijo, ya más condescendiente el que parecía llevar el mando.
–¿Nombre? – Preguntó uno de ellos.
– Amaro Rodríguez Phelipe de Varrios Machado Lorenzo Castro y Núñez de Villavicencio–respondió.
– ¿Edad?.
–21 años, –dijo Amaro.
– ¿Tu patria?– le preguntó el de la voz.
– Tenerife – externó el entrevistado.
– ¿Tu religión?- le dijo el que preguntaba-
– Católico”- confesó Amaro
– ¿Tu estado civil? Le preguntaron otra vez
–Soltero – enfatizó Amaro al responder.
– ¿Tu ejercicio? –fue otra pregunta.
– Marinero y comerciante– dijo en voz alta Amaro.
– ¿Tu domicilio? – le preguntaron.
– Rua del puerto”– les dijo.
– Sabed, profano que esta institución está en condiciones de admitiros a su orden, pero hay requisitos y normas qué cumplir – Le advirtieron.
– ¿Estas de acuerdo en cumplirlas? – se le preguntó.
–Sí, estoy de acuerdo – respondió.
– ¿Sí sabéis que para entrar aquí habrá que hacer un juramento con sangre? – le advirtieron.
– ¿Dónde quieres que te cortemos con la espada para pasar la primera prueba de la admisión? – Le preguntó uno de ellos.
Amaro dudó, pero su interés en pertenecer esta augusta cofradía dueña del comercio en el mediterráneo y de los conocimientos de la navegación y marinería, pudo más que su miedo.
–¡Aquí! -, les dijo – y mostró su brazo.
Caía la noche y en tanto esto pasaba Amaro vio o creyó ver cuando llegó, que al fondo en un mástil ondeaba una bandera con una calavera y cuatro fémures en cruz.
Y en la playa donde le preguntaban estas cosas, había un tronco de árbol al centro con una Biblia, una espada recurvada, un compás y una escuadra, herramientas de la marinería .
También tres antorchas a todo viento alrededor del tronco y otros tres troncos hacían las veces de asientos para quienes le preguntaban esas cosas, y varios hombres de pie, con el ceño fruncido con espadas desenvainadas.
Él estaba de pie, le habían vendados los ojos y lo hicieron recorrer parte de la isla, Jofré de Loaísa lo acompañaba en todo momento, sobre todo cuando lo amarraron de un brazo con un cordel de marinería, y una de las piernas de la bombacha se la habían arremangado.
Le condonaron no sangrarlo para hacer el juramento, le hicieron varias preguntas, le dieron varios consejos, y luego le dieron un papel para que firmara, y cuando iba a hacerlo, los hombre con espada las sonaron contra metales e hicieron un gran escándalo, él se apresuró a firmar ese documento que no supo qué era en realidad.
Luego de aceptarlo en la cofradía, le manifestaron marchas, signos y tocamientos y luego de beber tres vasos de líquidos diversos le dieron la bienvenida.
Pero entonces hubo una gran risa entre toda la cofradía a la que ahora pertenecía, pues uno de ellos leyó el papel que había firmado sin leer y en él decía que era su libre y soberana voluntad regalar su velero y toda la mercancía que llevaba.
También le perdonaron esta falta, pero le aconsejaron que de aquí en adelante no firmara nunca ningún documento sin leerlo muy bien antes, que nunca hiciera o consintiera en algún fraude con las pesas y medidas de la mercancía que transportara, y que siempre fuera un hombre de bien, libre y de buenas costumbres.
Pero lo más importante, desde ahora estaba obligado a mantener la solidaridad para apoyar de manera pronta y expedita a sus hermanos de cofradía que necesitaran ayuda, y estaba obligado a defender su honor y su patria.
Le insistieron que uno de sus deberes primordiales era cuidar a su familia y a las familias de sus hermanos de cofradía, defenderlos en todo momento y no dejar que hablaran mal de ellos y, en el caso, salir en su defensa.
Además debería estudiar de aquí en adelante si quería avanzar en su carrera en la cofradía, para saber todo lo referente a navegación, los astros, álgebra, las cartas de marear, los vientos, saber sobre millas náuticas, saber utilizar el astrolabio, el sextante, la brújula y la clepsidra.
Hoy era aprendiz, pero luego de tres años debería aspirar a un nuevo puesto como compañero en la cofradía, y posteriormente buscar con ahínco la maestría en la construcción de barcos y la navegación de todo tipo de naves marineras.
Debería instruirse no solamente para saber navegar veleros, carracas, barcos, medianos y grandes sino también aprender a construirlos.
Debería saber distinguir de cerca y de lejos un barco velero, los grados de los maestres y capitanes y qué representaba cada una de sus joyas.
Le entregaron manuales con letras y dibujos pero fue Jofré quien posteriormente le habló sobre los navíos, entre ellos el llamado Coca, y otros veleros.
Le dijo que las Cocas medievales aparecieron en el siglo X y tuvieron su apogeo a finales del siglo XI y durante el siglo XII. Fueron barcos que se usaban generalmente para el comercio marítimo y que llevaban una pequeña tripulación. A veces iban acompañadas por soldados que protegían a la embarcación de asaltos y ladrones que pretendían hacerse con las mercancías transportadas (hasta 200 toneladas). Eran características de mares nórdicos y tenían un casco redondo de unos 20 metros de eslora. La manga era de unos 10 metros y las velas eran cuadradas. Estas se situaban en el único mástil, situado en el centro de la embarcación.
También le explicó que estaba obligado a saber sobre el rango y deberes de los encargados de un barco, desde cuáles eran los deberes de los grumetes, los sobrecargo, el contramaestre, el maestre, el patrón, los oficiales, el práctico, el piloto, el oficial de puente y el capitán.
Le advirtió que el trabajo sería arduo y constante pero gracias a su decisión y con ayuda de Dios el Gran Arquitecto del Universo, podría con ello y mucho más.
Cuando regresaron al velero, Jofré continuó explicándole todo sobre marinería y le comentó las características de una nave muy ligera, la Carraca
– Las carracas fueron antiguas embarcaciones que surgieron en el siglo XII y que surcaron los mares hasta el siglo XVI. Fueron las precursoras naturales de las cocas –le explicó.
Le dijo que la configuración básica de la carraca contaba con un mástil y una gran vela en forma de rectángulo, además de contar con un caso de calado considerable. Con el paso del tiempo fueron mejorándose muchas limitaciones gracias a los nuevos adelantos técnicos que iban desarrollándose, lo que permitió mejorar en velocidad, la capacidad de maniobra, el precio de la construcción.
- Tenían estas naves una relación eslora/manga aproximadamente de 3 y al tener un gran calado, solo podían cargar y descargar en puertos de altura, si no debían de fondear cerca de las costas e ir descargando en pequeñas embarcaciones que transportasen la mercancía a puerto” –le explicó.
¬–Con el paso del tiempo aumentaron su número de palos (llegando a llevar hasta cuatro) se reemplazaron los timones de espadilla por timones de codaste y llegaron a ser buques para el transporte de carga muy variada, desde materias primas hasta ejércitos a caballo –le hizo notar.
– Las carracas por excelencia fueron de origen portugués, veneciano y genovés, siendo las españolas poco reconocidas. Carracas destacadas fueron La Charente de Luis XII de Francia y la portuguesa de San Juan Botafogo –sostuvo.
Luego le explicó las características de la Nao: – La Nao fue una embarcación que se usó en los siglos XIV, XV, XVI y XVII. Heredaron de las cocas el casco redondo, el timón en el codaste y el castillo de popa aunque mejoraron mucho sus prestaciones. El número de palos aumentó, al igual que lo hizo la carraca, y se instaló el primer bauprés, que se proyectaba desde el castillo de proa –le dijo.
–El Francobordo era bastante elevado y las velas eran cuadradas y la relación eslora/manga muy similar a la de la carraca. Sin embargo las carracas tenían un casco reforzado con cintones y bulárcamas exteriores de madera. El tonelaje de las Naos oscilaba entre los 150 y 500 toneladas.
– Las más célebres –le recordó –son la Santa María de Cristóbal Colón y la Nao Victoria de Hernando de Magallanes, esta última muchas veces englobada dentro de las carracas.
Le habló también de las Carabelas: –Las carabelas fueron embarcaciones inventadas por los portugueses y que fueron utilizadas por los españoles en sus largos viajes durante el siglo XV. En un principio eran utilizadas como embarcaciones pesqueras pero sus prestaciones fueron en aumento y pasaron a ser buques de carga y de exploración.
–Las carabelas podían navegar a 15 nudos gracias al velamen (velas latinas). Contaban con tres mástiles y eran embarcaciones más ligeras que sus predecesoras. Eran estrechas y tenían esloras de hasta 30 metros y por sus características, requerían una mayor destreza para maniobrarlas.
Le comentó que las carabelas más célebres son “La Niña” de Vicente Yáñez Pinzón, que capitaneaba a 26 tripulantes, y “La Pinta”, en manos de Martín Alonso Pinzón y le dijo que ambas estuvieron presentes en la expedición en la que Cristóbal Colón llegó a las Américas.
Mención aparte le mereció explicarle sobre las galeras.
– La galera surge en el siglo XIV aunque es en el siglo XVII cuando alcanza su máximo esplendor. Eran embarcaciones típicamente mediterráneas que constaban de un casco más alargado que los antiguos trirremes (embarcación inventada hacia el siglo VII a. C.). Poseían además un castillo de proa y un alcázar en la proa para la acomodación de los oficiales.
Le dijo que eran embarcaciones bastante grandes y podían llevar uno, dos y tres palos variando en función del número de remos y la eslora de la misma. La más pequeña de las galeras podían tener cuatro remos por banda, pero las más grandes, como las galeras de la Armada Invencible, contaban hasta con 306 remeros.
–Los países que más galeras construyeron fueron Italia, Turquía, España y Francia y la última gran batalla en la que se emplearon este tipo de embarcaciones fue la Batalla de Lepanto.
También le habló de las características del Galeón.
–El galeón se considera una embarcación típicamente española y empezó a usarse en el siglo XVI. Eran barcos potentes y poderosos aunque eran bastante lentos. Podían usarse tanto para batallar y luchar contra países enemigos como para comerciar o transportar bienes.
–Durante los siglos XIV y XV, las proporciones de los buques se obtenían a partir de la fórmula murciana “tres, dos, as”,es decir, eslora triple que la manga y ésta doble que el puntal. Sin embargo, el galeón pasa a ser un 4:2:1. Su eslora se acortó, al igual que su manga y la embarcación no solía superar las 500 toneladas, aunque alguno llegó a rozar las 2.000.
–Del mismo modo que en el siglo XV las Naos y las carracas reemplazaron a las cocas medievales, en la segunda mitad del siglo XVI, los galeones ya habían empezado a reemplazar a las Naos y carracas.
Luego a grosso modo le habló sobre el Navío
– El navío era un buque de guerra de velas cuadradas y tres palos que formó parte de los escuadrones de batalla entre los siglos XVII y posteriores.
–Constaban de dos o tres cubiertas artilladas para destruir los buques enemigos y se clasificaban en función del número de cañones. El navío de línea (también denominado así) más grande jamás construido fue el español Santísima Trinidad que se hundió en la Batalla de Trafalgar.
– Los navíos consumían mucha madera en la construcción ya que el casco se formaba mediante la superposición de tablas gruesas de roble o encina llegando a alcanzar un espesor de medio metro. Su desplazamiento solía ser de 3.000 toneladas como máximo y al ser un buque muy lento, solía ir acompañado de fragatas y corbetas para misiones que requirieran mayor velocidad.
También le hizo mención de la Goleta
–Estos eran buques de vela de dos o más mástiles que aparecieron en el siglo XVIII y que se emplearon de forma parecida a los bergantines, aunque al tener un tamaño más pequeño, su uso se destinó más a actividades mercantiles y de cabotaje.
–Esta embarcación desapareció en el siglo XIX junto con la navegación a vela. La más grande construida fue la Thomas W. Lawson –señaló.
No dejó fuera la Corbeta:
–La corbeta era un buque ligero de dos palos y velas cuadradas. Disponía de una única cubierta de combate con una única batería. Lo normal es que no tuviese más de 20 cañones. Una de sus misiones principales era escoltar a los buques que transportaban mercancías para evitar el asedio y abordaje de ladrones o piratas. A veces también se dedicaba a explorar para los grandes escuadrones de guerra.
–Más adelante, su aparejo cambió y pasó a ser de tres palos con una vela en el Bauprés. Posteriormente se sumó una vela cangrejera.
–Las corbetas fueron en realidad pequeñas fragatas con misiones de reconocimiento, escolta, transmisión de órdenes y corso –le dijo.
Le explicó sobre la fragata. “La Fragata surgió tras la búsqueda de un buque más robusto y con mayor poder ofensivo que los anteriores. Solía desplazar entre 200 y 300 toneladas e iban armadas con 40 cañones. Con el paso del tiempo aumentaron su tonelaje y su poder armamentístico y llegaron a igualar a los navíos cuando empezaron a montar una segunda batería.
–Las fragatas disponían tres palos y eran embarcaciones más ligeras que los navíos de línea que formaban el núcleo principal de las escuadras de vela. Contaban como máximo con dos cubiertas, una de ellas artillada”.
–Finalmente, las fragatas pasaron a ser buques de guerra alcanzando las 1.500 toneladas, concebidos para actuar en misiones de guerra naval, aunque podían dar apoyo en otras misiones.
Luego le dio el manual en el que estuvo leyendo esta información que decía: Los 25 temas del Compañero Navegante, y le dijo que lo estudiara muy bien pues le harían más adelante, un examen al respecto.
–Ser navegante no solamente era una carrera en el mar sino una forma de vida. Esto durará 24 años o más o hasta que tu cuerpo sea lanzado al mar, envuelto en un pedazo de vela, desde el puente, en una ceremonia al fin de tus días– le dijo sonriendo.
Sin embargo todavía faltaban los consejos que Jofré de Loaísa le daría sobre los “Privilegios de Galeras”.
–Es privilegio de galera, que las camas que allí se hicieren para los pasajeros y remeros, no tengan pies, ni cabecera señaladas, sino que se echen a do pudieren y cupieren, y no como quisieren, es a saber, que a do una noche tuvieren los pies tengan otra la cabeza: y si por haber merendado castañas, o haber cenado rábanos, el compañero se le soltare algún (ya me entendéis) has de hacer cuenta hermano que lo soñase, y no decir que lo oíste” – y Jofré de Loaísa se carcajeaba cuando le comentó esto.
Le explicó también sobre los vientos para navegar:
–Un Viento con Dirección N 0° (30° × 0) en Griego se llama Aparctias (ὰπαρκτίας), en Latino Septentrio, en Franco Nordroni y Español se le conoce como Septentrión, o Tramontana .
– Un viento NNE 30° (30° × 1) se le conoce en griego Meses (μέσης), o Boreas (βoρέας) ,en Latino Aquilo , en Franco Nordostroni y Español Bóreas, o Aquilón .
–Al viento NEE 60° (30° × 2) los griegos lo conocen como Caicias (καικίας) los Latinos como Caecias, Los Francos como Ostnordroni y En Español Gregal, o Cecias .
– Al viento del E 90° (30° × 3) los Griegos lo conocen como Apeliotes (ὰπηλιώτης) los Latinos como Subsolanus, los Francos como Ostroni y en Español se conoce como Solano, o Levante.
Y le dio escrita la larga lista.
Luego le dijo que en el Mediterráneo los vientos se conocen como sigue: Punto cardinal Norte, Abreviado N, Dirección 0 Grados, es llamado tradicionalmente Tramontana, Terral, Etesio y abreviado T.
–Otro viento que sopla del Punto cardinal Nordeste, noreste, Abreviado NE , con Dirección 45° (45° × 1) es llamado por los marineros Gregario, Gregal, Greco, o Bora y es abreviado en las cartas de marear como G.
–El viento del Este es Levante, del SudEste es Siroco, Chamsin, Marin, Fumeque o Carima; del Sur es Ostro, Mediodía, Lodos; del Sudoeste es llamado Lebeche, Libeccio, Garbino, y abreviado L; del Oeste, es llamado Poniente, Vendaval, abreviado P; y del Noroeste, el viento e conocido como Maestro, Mistral, Galerna y cierzo, y en las cartas de marear es abreviado con la letra M.
Y le dijo más:
–Es privilegio de galera, que todas las pulgas que salten por las tablas, y todos los piojos que se crían en las costuras, y todas las chinches que están en los resquicios, sean comunes a todos, anden entre todos, y se repartan por todos, y se mantengan entre todos: y si alguno apelare de este privilegio, presumiendo de muy limpio, y pulido, desde ahora le profetizo, que si echa la mano al pescuezo, y a la barjuleta, halle en el jubón más piojos, que en la bolsa dineros.
Ambos se rieron a carcajadas y mientras Amaro Pargo detenía firmemente el timón, Jofré de Loaísa soltó la botavara navegando con un cielo azul con buen viento de Lebeche 4ª al poniente hacia el resto de Macaronesia o como también se les conoce, las Islas Afortunadas integradas por cinco archipiélagos formados por Las Azores, Canarias, Cabo Verde, Madeira, y las Islas salvajes.
Al pasar de los años, Fray Francisco José García Jofré de Loaísa llegaría a ser un gran capitán descubridor del paso por el sur del continente americano, la Tierra de Fuego; Jofré de Loaísa era además Comendador de la orden de Malta, moriría de escorbuto en un viaje rumbo a las islas Molucas o Las Islas de las Especias.
Amaro Pargo fue un rico comerciante, navegante y prestamista. Llegó a ser capitán de Navío, por órdenes del Rey de España. Pidió su reconocimiento de Hidalguía y lo obtuvo. Algunos dicen, sin pruebas, que tenía Patente de Corzo. En su tumba en su lápida de mármol, además de su escudo de armas, hay grabada una calavera cruzada por dos fémures. Nadie sabe qué significa.

Etiquetas: cuento, Literatura, México, Ramiro Gómez, Tlacaelel


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