EE.UU. busca ampliar cooperación contra armas biológicas y pandemias
Washington, EE.UU. Los cinco estadounidenses que murieron en el 2001 a causa de las esporas de ántrax ocultas en sobres enviados por correo son una muestra drástica de la amenaza de un ataque con armas biológicas. En todo el mundo, más de 300 personas han muerto de H5N1, también conocido como gripe aviar, desde que el virus pandémico fuese detectado en 2003. Para ambas situaciones —ya sea un ataque deliberado o una pandemia mundial natural— la Convención de Armas Biológicas (BWC) es el mecanismo que la comunidad internacional puede utilizar para prevenir y mitigar la propagación de enfermedades.
Por: Stephen Kaufman Redactor. Los representantes de los 165 estados que son parte de la BWC se reúnen en Ginebra a partir del 5 de diciembre en la séptima conferencia de revisión de la convención, y la secretaria de Estado Hillary Rodham Clinton será la primera secretaria de Estado en asistir a la reunión.
Clinton presentará las ideas de Estados Unidos en torno a la manera en que los países pueden aumentar su capacidad y cooperación para detectar y responder a los brotes de enfermedades, así como la manera de crear una “cultura consciente de responsabilidad” entre las comunidades científicas e industriales mundiales que prevenga el abuso de la biotecnología, según indicó Thomas Countryman, secretario de Estado adjunto para Seguridad Internacional y No Proliferación.
Estados Unidos desea también que la conferencia de revisión acuerde maneras de reforzar la aplicación de la BWC y de alentar la transparencia y las medidas destinadas a fomentar la confianza, no sólo para demostrar que los países miembros no están desarrollando armas biológicas, sino también “que no hay actores subnacionales en su territorio que puedan desarrollar estas clases de armas”, les dijo Countryman a los reporteros el 1 de diciembre en Washington.
La naturaleza de la amenaza de las armas biológicas ha cambiado desde que la BWC se firmó en 1972. Si bien cabe aún la posibilidad de que un estado trate de desarrollar y utilizar un arma biológica contra un adversario, “hoy lo que nos preocupa cada vez más es que la verdadera amenaza provenga de terroristas y actores ajenos al Estado”, dijo.
Al mismo tiempo, si bien los rápidos adelantos en el conocimiento de las ciencias biológicas han sido sumamente positivos para la salud y la prosperidad humanas, también han creado “mayores oportunidades para el abuso de esta tecnología” y han aumentado la necesidad de tomar medidas para minimizar esos riesgos, agregó.
Al considerar la conferencia de revisión, Countryman dijo que él ve “en esta reunión en Ginebra, muchas más posibilidades de consenso y cooperación que de conflicto”.
La cooperación y el intercambio de información entre las fronteras internacionales son de importancia crítica cuando aparece una enfermedad sumamente contagiosa, ya sea una enfermedad que surge naturalmente, o un accidente, o que se haya propagado deliberadamente.
El origen de la enfermedad “no es la primera pregunta que deberíamos responder”, dijo. “Más bien, lo primero que tenemos que hacer es tomar medidas inmediatas para identificar el organismo con el que tratamos y comenzar a combatirlo, a fin de comenzar a proporcionar servicios de salud a los más afectados”.
Por esa razón, los países menos desarrollados que quizás no sientan que podrían ser objeto de un atentado biológico, han sido “participantes entusiastas” en el proceso de sesiones de la BWC, ya que eso les permite aprovechar la ayuda y cooperación que otros en la comunidad internacional pueden proporcionar.
Countryman dijo que en casos en los que un organismo contagioso ha pasado del entorno natural al entorno humano, como por ejemplo el virus de ébola, la gripe porcina o la gripe aviar, “los países menos desarrollados han sido los afectados más desproporcionadamente por tales enfermedades”.
Estados Unidos tiene un “largo historial” de proporcionar ayuda a otros países para crear su capacidad de detectar y responder a un brote, así como de eliminar las barreras que impiden una respuesta internacional coordinada.
Countryman dijo también que en el último año, la oficina de Seguridad Internacional y No Proliferación, que él dirige, “ha trabajado con más de 44 países con la finalidad de crear capacidad para responder a estas amenazas”.
Sin embargo, “creo que siempre hay más que podemos hacer”, dijo. “Nos tomamos seriamente el hecho de que Estados Unidos tiene que dar el ejemplo, tanto a sí mismo como al resto del mundo en aplicar éste y otros acuerdos de control de armas y de no proliferación, y siempre procuramos hacerlo así”.
Por ejemplo, en aras de estimular la apertura y el intercambio de información sobre los posibles riesgos biológicos mundiales, Estados Unidos decidió en el 2010 hacer públicas sus medidas destinadas a crear confianza y quiere ver que otros hagan lo mismo.
Estas medidas proporcionan datos sobre los centros de investigación y laboratorios de un país y sobre sus programas de investigación y desarrollo de defensas biológicas nacionales, junto con información sobre cualquier brote de enfermedades contagiosas e incidentes similares causados por toxinas; legislación y reglamentos actuales con respecto a los materiales biológicos, y declaraciones sobre cualquier actividad anterior de investigación o desarrollo de programas bilógicos ofensivos o defensivos así como instalaciones de producción de vacunas.
Al destacar estas medidas destinadas a crear confianza, Countryman agregó: “Tomamos la decisión de que las nuestras deben ser públicas y estar sujetas a la inspección y las preguntas de otros países. Esperamos que otros hayan hecho lo mismo. Esperamos ver que esto sea la norma y no la excepción entre los estados que son parte [de la Convención]”.
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