Declaraciones de Thomas A. Shannon sobre la Iniciativa de Mérida
-Secretario de Estado adjunto expone medidas ante Cámara de Representantes de EEUU
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“El presidente ha solicitado un suplemento presupuestario de 550 Millones de dólares para la Iniciativa de Mérida. De esa cantidad, 500 millones se destinarían a México en una primera fracción de lo que esperamos que sea un paquete plurianual de cooperación en materia de seguridad por valor de 1.400 millones, y 50 millones de dólares se destinarían a América Central”, dijo el secretario de Estado adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental Thomas A. Shannon el 14 de noviembre, durante su intervención ante la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de Estados Unidos.
A continuación una traducción de las declaraciones de Shannon:
(comienza el texto)
Iniciativa de Mérida
Thomas A. Shannon, secretario de Estado adjunto
para Asuntos del Hemisferio Occidental
Declaración ante la Comisión de Asuntos Exteriores
Cámara de Representantes de Estados Unidos
Washington D.C.
14 de noviembre de 2007
Iniciativa de Mérida
Señor presidente, legisladora de rango Ros-Lehtinen y miembros de la
Comisión:
Gracias por darme la oportunidad de conversar sobre la Iniciativa de
Mérida
y el nuevo paradigma que representa para la cooperación en materia de
seguridad regional entre Estados Unidos, México y los países de América
Central.
El presidente ha solicitado un suplemento presupuestario de 550
millones de
dólares para la Iniciativa de Mérida. De esa cantidad, 500 millones se
destinarían a México en una primera fracción de lo que esperamos que
sea un
paquete plurianual de cooperación en materia de seguridad por valor de
1.400 millones, y 50 millones de dólares se destinarían a América
Centra.
Este es un momento importante en la lucha contra el tráfico
transnacional
de drogas y la delincuencia organizada, uno que requiere medidas
urgentes
por parte de todos los países involucrados. El presidente Bush
reconoció
que Estados Unidos tiene la oportunidad sin precedentes de reducir el
costo
económico y humano que sufren nuestras ciudades y pueblos a causa de la
delincuencia transfronteriza. Los gobiernos y los ciudadanos de México
y
América Central han reconocido la amenaza a su propia estabilidad y
prosperidad. Están tomando medidas valientes para afrontar los
elementos
delictivos y buscan ahora el apoyo de Estados Unidos para concretar un
esfuerzo regional amplio e integrado.
Durante la última década organizaciones de tráfico de drogas y otros
grupos
delictivos han aumentado en tamaño y fuerza, tratando de socavar e
intimidar a las instituciones del gobierno en México y América Central,
comprometiendo a los entes estatales encargados de aplicar la ley y
debilitando de manera considerable la capacidad de dichos gobiernos
para
mantener el orden público y ampliar el estado de derecho. Esta
proliferación ha producido un aumento en los delitos y la violencia en
toda
la región, incluyendo en Estados Unidos.
Hemos visto la irrupción de las pandillas como protagonistas sociales
de
importancia, la corrupción de la policía, del poder judicial y de los
sistemas penitenciario, así como una creciente demanda popular a los
gobiernos para que respondan a la amenaza que plantean estas
organizaciones
delictivas. Los efectos de este problema cada vez mayor también son
visibles en Estados Unidos en forma de la violencia pandillera, los
delitos
y las tasas más elevadas de trata de seres humanos y tráfico de drogas,
todo lo cual amenaza nuestra propia seguridad nacional e impone
crecientes
costos económicos.
Nada de lo que acabo de relatar es una sorpresa para nuestros asociados
en
la región: estos líderes han empleado el mismo lenguaje para describir
y
reconocer los desafíos que afrontan. Y están procediendo de manera
acorde:
los líderes de estos países ya han dirigido sus esfuerzos a combatir la
violencia y los delitos que afectan a su ciudadanía y nos han pedido
que
nos sumemos a ellos, en calidad de colaboradores.
En México, el presidente Calderón ha procedido con determinación,
utilizando las herramientas más eficaces a su disposición. Está
reorganizando la policía federal, poniendo recursos nuevos y
adicionales en
manos de los servicios de seguridad, desplegando unidades militares en
apoyo de las operaciones de policía, erradicando a los funcionarios
corruptos, atacando la impunidad, deteniendo a los principales
cabecillas
del crimen y extraditando a Estados Unidos a una cantidad sin
precedentes
de cabecillas de la droga y otros delincuentes. La determinación y el
compromiso que ha demostrado el gobierno de Calderón es histórica y los
primeros resultados son impresionantes. Sin ir más lejos, en dos
incautaciones realizadas en un mes se hallaron más de 30 toneladas de
cocaína destinada a México o Estados Unidos, lo cual ha batido todos
los
récord anteriores en materia de incautaciones de drogas en México. De
hecho, según tenemos entendido, en el primer año del gobierno de
Calderón
México ha confiscado más cocaína que en cualquier otro momento desde
que se
estableciera un registro.
Sin embargo, el presidente Calderón ha reconocido que no basta el
liderazgo
ni la voluntad política; él necesita recursos institucionales y
materiales
de mayor envergadura para garantizar tanto el éxito a corto plazo como
el
cambio institucional a largo plazo. En una medida sin precedentes, ha
pedido a Estados Unidos establecer una nueva colaboración con México y
ayuda para ayudarle a reforzar los organismos de aplicación de la ley
mexicanos, la seguridad pública y la seguridad fronteriza para derrotar
a
las organizaciones delictivas y de tráfico de drogas. No se trata de un
pedido “tradicional” de ayuda exterior. Es, como señala nuestra
declaración
conjunta, “un nuevo paradigma para la cooperación en materia de
seguridad”.
Al mismo tiempo, los países de América Central se han comprometido a
aplicar medidas colectivas para resolver estas preocupaciones comunes
sobre
seguridad. Por medio del Sistema de Integración de América Central
(SICA)
los gobiernos han demostrado la determinación política de sumar fuerzas
para fortalecer la seguridad regional; no obstante, carecen de las
herramientas suficientes y de la capacidad para poner en práctica esa
voluntad. A pesar de estos desafíos las autoridades nacionales siguen
teniendo un compromiso con la lucha [contra estos problemas] usando sus
propios recursos limitados y equipos para frenar los narcóticos,
detener a
los integrantes de los carteles de la droga y extraditar a Estados
Unidos a
traficantes de alto perfil para su procesamiento.
Los países de América Central también están comprometidos a colaborar
entre
sí, así como con Estados Unidos. En marzo el gobierno de Panamá, en
colaboración con la Agencia de Control de Drogas (DEA) y el Servicio de
Guardacostas, decomisó la cantidad sin precedentes de 17 toneladas de
cocaína. Y apenas la semana pasada, en una operación conjunta en la que
participaron organismos estadounidenses de aplicación de la ley y la
policía nacional de Nicaragua y de Costa Rica, se confiscaron 250 kilos
de
cocaína en Nicaragua. Estos ejemplos demuestran que en América Central,
al
igual que en México, hay valientes asociados con los cuales podemos
colaborar.
El impulso de la Iniciativa de Mérida surgió del viaje del presidente
Bush
a la región en el mes de marzo, particularmente de sus visitas a
Guatemala
y México, donde las cuestiones de seguridad dominaron las
conversaciones
con los presidentes Berger y Calderón. En el curso de estas
conversaciones
y las consultas que siguieron tanto con México y América Central, hemos
podido desarrollar el marco de una nueva alianza regional de seguridad.
Durante este proceso, hemos intentado dar forma a la Iniciativa de
Mérida
para que sea abarcadora, equilibrada, y se lleve a la práctica en el
momento adecuado. La iniciativa es abarcadora en el sentido de que
trata
todos los aspectos de la seguridad y se forma a partir de una variedad
de
iniciativas que tienen lugar ahora en Estados Unidos, México y América
Central. Combinado con el empuje que le hemos dado a la lucha contra el
tráfico de drogas y el flujo de otros bienes ilícitos en otros lugares
de
la región, la Iniciativa de Mérida representa un esfuerzo para integrar
los
programas de seguridad desde los Andes, a través del istmo de América
Central y hacia México, hasta la frontera del sudoeste de Estados
Unidos.
Esto es un asalto hemisférico para debilitar el tráfico de drogas y las
organizaciones delictivas, para desbaratar y desmantelar sus redes, y
para
ayudar a fortificar las instituciones estatales para asegurar que estos
grupos no puedan operar eficazmente nunca más.
La iniciativa es equilibrada porque implica la participación de una
gama de
instituciones de seguridad en México y América Central, con un enfoque
concreto en la creación de capacidad para los sectores civiles. Toda la
parte que se refiere a la solicitud suplementaria para América Central
y
casi el 60 por ciento de la porción que se asigna a México va a ir a
parar
a organismos civiles en esos países. Nuestra meta es equilibrar el
paquete
para ayudar a México y América Central en su lucha inmediata contra la
delincuencia organizada, para mejorar las conexiones y la comunicación
entre los diversos organismos encargados de aplicar la ley y para
apoyar
las reformas institucionales necesarias para fortalecer las
instituciones
estatales de justicia y el estado de derecho que son esenciales para la
protección a largo plazo de los derechos civiles y humanos.
Finalmente, la Iniciativa de Mérida tiene lugar en el momento adecuado,
porque responde a una amenaza en tiempo real, cuando la delincuencia
organizada intenta sobreponerse a la estabilidad y el bienestar de los
estados democráticos en México y América Central. Nuestros aliados en
esta
región ya han empezado a actuar y han solicitado nuestra asistencia tan
pronto como sea posible. La urgencia de su solicitud es palpable, y no
debemos perder esta oportunidad para aprovechar los éxitos que hemos
visto
hasta ahora, así como para crear una alianza más fuerte con los
asociados
que estén interesados en ello.
Al tiempo que nuestros asociados en la región se dan cuenta de la
extensión
de la amenaza, el presidente Bush ha aceptado que Estados Unidos
comparte
esta responsabilidad y está preparado para hacer nuestra parte. Esta
solicitud [presupuestaria] refleja el modo en que Estados Unidos
desearía
trabajar con los gobiernos de México y de los países de América Central
utilizando fondos de asistencia al exterior. Yo ya me he pronunciado
sobre
el incremento de los esfuerzos con los que estos gobiernos han
comenzado la
lucha por sí mismos. Lo que no se ha captado en esta solicitud
suplementaria es lo que Estados Unidos hace a nivel interno para
contribuir
a esta alianza.
Aunque me remito a los organismos internos estadounidenses de
aplicación de
la ley, les puedo asegurar que la Iniciativa de Mérida fue diseñada
para
complementar lo que Estados Unidos ha venido haciendo en nuestro lado
de la
frontera para abordar temas tales como el tráfico de armas y de dinero,
las
pandillas y la demanda de estupefacientes. Por medio de varias
estrategias
y programas internos, tales como la Estrategia Antinarcóticos de la
Frontera Sudoeste, la Estrategia Nacional para el Control de Drogas, y
la
Estrategia de Estados Unidos para Combatir las Pandillas Criminales de
América Central y México, trabajamos a nivel interno para mejorar
nuestros
esfuerzos en la lucha contra el tráfico de estupefacientes, armas,
dinero,
y personas, así como para reducir la demanda de drogas en Estados
Unidos.
Sin embargo, como expresó el presidente Bush, no es suficiente que cada
país trabaje por sí solo. Los problemas regionales necesitan soluciones
regionales. La Iniciativa de Mérida es la combinación de los esfuerzos
internos de cada país con la cooperación regional para multiplicar los
efectos de nuestras acciones. Muestra claramente que nos damos cuenta
de
que las organizaciones delictivas y de tráfico de drogas no respetan
las
fronteras políticas y que debemos sincronizar nuestras tácticas y
enfrentarnos juntos al problema.
Este nuevo paradigma no está exento de desafíos, pero creemos que éstos
pueden superarse. La fiscalización y la rendición de cuentas son
esenciales
en este proceso y hemos estructurado el paquete de modo que esto quede
asegurado. También tenemos previsto continuar sobre la base de los
esfuerzos que los gobiernos de México y los países de América Central
hacen
para proteger los derechos humanos y erradicar la corrupción; todos los
participantes están de acuerdo en que estos son elementos
indispensables de
cualquier alianza de cooperación en materia de seguridad.
Al haber visitado México con el vicesecretario Negroponte hace dos
semanas,
y habiendo dirigido la delegación estadounidense en el primer Diálogo
sobre
Seguridad EE.UU.-SICA en Guatemala en el mes de julio, les puedo decir
que
estoy apabullado por lo inmediato de la amenaza. Igualmente, me ha
impresionado el compromiso de los gobiernos en cuestión para trabajar
juntos y poner fin de una vez al aumento de la violencia y la
delincuencia.
La idea del presidente para este hemisferio se basa en la colaboración;
el
tipo de colaboración que la Iniciativa de Mérida representa. Ha
destacado
que todos en la región, incluyendo a Estados Unidos, tienen la
responsabilidad compartida en la lucha contra la delincuencia y la
violencia que tan gravemente afectan a nuestros ciudadanos. Tenemos
profundos vínculos geográficos, económicos y demográficos con México y
América Central y el interés urgente en la seguridad nacional de ayudar
a
los gobiernos de esta región a tener éxito en la lucha contra la
delincuencia y la inseguridad. Creemos que la Iniciativa de Mérida
representa la mayor esperanza para acometer este problema de un modo
definitivo junto con aquellos de nuestros asociados que desean lo
mismo.
Gracias por su atención. Responderé a sus preguntas con mucho gusto.
(termina el texto)
Etiquetas: Estados Unidos