Conaculta recuerda al dibujante y artista mexicano, Abel Quezada
***Este 13 de diciembre se cumplen 91 años de su nacimiento
“Durante mi larga carrera como dibujante, mi personaje principal no fue ningún político. Mi personaje fue el mexicano”, dijo Abel Quezada hace ya muchos años durante una conferencia dictada ante alumnos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
Con motivo del que sería su cumpleaños 91, Conaculta recuerda a Abel Quezada, quien retrató con humor los defectos y virtudes de nuestra idiosincrasia.
Historietista, caricaturista, ilustrador, cuentista, dibujante y pintor, Abel Quezada nació el 13 de diciembre de 1920 en Monterrey. Visitaría a la Ciudad de México por primera vez en 1936.
En la década de 1940 comienza a retratar al mexicano tal cual es, como protagonista de la tragicomedia nacional, y con ello comienza su labor como dibujante (como él mismo lo definió) que lo llevaría a ser recordado hasta nuestros días.
“No puedo decir que soy caricaturista porque no sé hacer caricaturas propiamente dichas. No puedo decir que soy cartonista porque esta palabra, bastante fea, viene del inglés cartoon y, otra vez, no indica exactamente lo que hago. Yo hago textos ilustrados. La gente les llama ‘cartones’ pero para definir mi profesión a mí me gusta decir que soy dibujante”, dijo allá por 1985.
Quezada dibujo a todos, al taquero, al político, al vendedor, al guarura, al lumpen. Fue autor de personajes que quedaron en la memoria colectiva: El Charro Matías que decía: “El trabajo dignifica, pero a la larga cansa mucho”; Gastón Billetes, el nuevo rico, de mal gusto; El Abominable hombre de las nieves; La dama caritativa de Las Lomas; El Tapado, y, por supuesto, el perrito Solovino.
“Yo me dediqué a hacer críticas, muchas veces despiadadas de la conducta del mexicano y de la mexicana. El mexicano es el pueblo, pero yo nunca pinté al pueblo como lo pintaban los antiguos caricaturistas, en calidad de eterna e impotente víctima de los poderosos…. Yo incluí al mexicano entre los culpables de lo que ocurre en México. Tal vez el principal culpable”, expresó Quezada.
En 1998 recibió la encomienda de realizar un mural para conmemorar los 50 años de la expropiación petrolera. Lo terminó en 1990 y dos años más tarde moriría en Cuernavaca, a causa de leucemia.
cuadro blanco
México / Distrito Federal
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