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Ciudad Acuña, Coahuila, México | 23 de Noviembre del 2024

Celebran en Acuña batalla del cinco de mayo

Ciudad Acuña, Coah. 5 de Mayo del 2007. “Las armas nacionales se han cubierto de gloria”, informó el parte que envió el General Ignacio Zaragoza al presidente de la República Don Benito Juárez García, la tarde del 5 de mayo de 1862.

Celebran en Acuña batalla del cinco de mayo

Celebran en Acuña batalla del cinco de mayo

Hoy a 145 años de la derrota del ejército francés a manos del ejercito mexicano en Puebla, muy pocos saben qué se celebra hoy.
Así lo dio a conocer el ingeniero Rodolfo Mejía durante el acto recordatorio presidido por las autoridades de los tres niveles de gobierno, encabezados por el presidente municipal Evaristo Lenin Pérez.
El representante de las fuerzas armadas en el municipio General de Brigada Mario Mota García, Diplomado de Estado Mayor Presidencial, acompañó al alcalde en este evento, al igual que regidores y funcionarios.
Contingentes de estudiantes de diversas escuelas de esta ciudad desfilaron conmemorando aquel acto en el que las armas nacionales se cubrieron de gloria, venciendo a uno de los ejércitos más poderosos del mundo en esa época.
Así mismo encabezando el desfile marchó un contingente de la décima CINE, seguidos por los conscriptos del servicio militar mexicano, que previamente en un acto convocado ex profeso, hicieron la “jura de bandera”.
El ingeniero Rodolfo Mejía Hernández, conductor del evento informó que marcharon en el desfile del cinco de mayo estudiantes de 21 planteles educativos, en su mayoría de primaria y secundaria.
También desfiló un contingente de la policía municipal, integrada por varias patrullas y elementos de rescate.
El ingeniero Rodolfo Mejía hizo una explicación de lo que fueron los antecedentes de la batalla de puebla:

Debido principalmente a la moratoria de deudas, Francia, Inglaterra y España subscribieron la Convención de Londres, por la cual se comprometieron a intervenir en México para reclamar sus derechos como acreedores. Tras desembarcar en Veracruz, España e Inglaterra aceptaron las explicaciones mexicanas y se retiraron; pero Francia tenía otros planes, que incluían una invasión para imponer un gobierno monárquico en México y contrarrestar el creciente poderío de los Estados Unidos.
Al frente del ejército francés venía el general Charles Ferdinand Latrille, Conde de Lorencez, quien partió de Veracruz en dirección a la ciudad de México, pasando por Tehuacán y avanzado hacia el oeste. Para contrarrestar este avance, el gobierno mexicano encargó el mando del Ejército de Oriente al general Ignacio Zaragoza, hasta entonces Secretario de Guerra y Marina y veterano Húsar de la guerra con los Estados Unidos.

Fuertes de la ciudad de Puebla
El 16 de abril de 1862, Prim escribía a Zaragoza que, no habiéndose puesto de acuerdo los representantes de los tres países, españoles e ingleses aceptarían los términos que Juárez decretara para con la deuda externa y se retirarían de Tehuacan y Córdoba, bases de las fuerzas aliadas, y se reembarcarían de regreso a casa. También puso en alerta a Zaragoza que los franceses comenzarían una invasión hacia la capital de la República.
Después del fracaso de los Tratados Preliminares de La Soledad y el retiro de las flotas española e inglesa tras la escaramuza entre galos e hispanos en Córdoba, el ejército francés, al mando del General Conde de Lorencez, sale de Orizaba hacia el oeste. Había llegado envuelto en laureles de victoria, colgando de sus blasones los nombres de sus triunfos obtenidos en Jena, Marengo, Argelia y Sebastopol, reflejaba esa actitud la insolencia de Lorencez, al enviar al Mariscal de Francia Lannes, el siguiente mensaje: “Anunciadle a su Majestad Imperial, Napoleón III, que a partir de este momento y al mando de sus ocho mil hombres, soy dueño de México”. Era un sueño absurdo el de Lorencez querer conquistar un país cinco veces más poblado que Francia con una triste Brigada.
A toda prisa, el gobierno federal de Benito Juárez García organiza el Ejército de Oriente, compuesto de cerca de 10 mil hombres, escaso número para el vasto territorio que deben cubrir. El General Ignacio Zaragoza, hasta entonces Secretario de Guerra y Marina y veterano Húsar durante la Guerra con los Estados Unidos, toma el mando del cuerpo, y se dirige hacia los límites entre Veracruz y Puebla, a fin de reconocer el avance del ejército francés, que ya traba combate con las tenaces guerrillas veracruzanas, las que no dejan de acosarle. El 22 de marzo ordena el fusilamiento de Manuel Robles Pezuela, detenido en Tuxtepec junto con algunos jefes conservadores, que logran escapar de las tropas del General Arteaga. Acusado de Alta Traición al buscar alianzas con los invasores, Pezuela se niega a creer que la sentencia será ejecutada, ya que piensa que a Arteaga no le convendría darle un mártir a los conservadores. Sin embargo, palidece y su esperanza desaparece cuando se entera que la orden no es de Arteaga, sino de Zaragoza. Fusilado el General Robles Pezuela en un costado de la Iglesia de San Andrés Chalchicomula, mientras los conservadores reúnen tropas del orden de 1,200 hombres cerca de Atlixco.
Por otro lado, un cuerpo del Ejército de Oriente de 4,000 efectivos, con Zaragoza a la cabeza, sale de la Cañada de Ixtapa para cortarle el paso a los franceses. El 28 de abril, en las Cumbres de Acultzingo tiene su primer encuentro con las fuerzas europeas. Zaragoza no pretende disputarle el paso al contrario, sino más bien foguear a sus soldados, faltos de experiencia, y al mismo tiempo causarle algunas pérdidas al enemigo. Las águilas napoleónicas pierden quinientos hombres, mientras las bajas mexicanas ascienden a medio centenar, entre ellos el bravo General José María Arteaga quien, tras haber batido a una columna francesa y llegado a solo cincuenta pasos de la reserva de Lorencez, ésta hizo fuego sobre la tropa mexicana y Arteaga cae del caballo, herido en la pierna derecha, que más tarde le sería amputada. Cumplida la misión, Zaragoza retorna con sus hombres a Ixtapa. “Pelean bien los franceses” afirma Zaragoza, “Pero los nuestros matan bien”. Sin embargo, aún tiene desconfianza sobre el desempeño real de sus tropas en un combate en campo abierto.

Etiquetas: Acuña


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